EL DEPORTE COMO LA CENICIENTA
Después de Río quedan lágrimas de alegría y de tristeza,
quedan los buenos y malos balances de los deportistas, los buenos y malos cálculos de apoderados, directores y administrativos;
padres, entrenadores, familiares y amigos que han dado todo para llevar a un
deportista para que participe en unas justas deportivas. Queda ese recuento positivo de los gobiernos
que abrazan y atesoran el deporte como una disciplina que engrana y aceita la
sociedad; o ese computo negativo de estos gobiernos que entran en sus programas
electorales el deporte y lo ponen como eje trasversal de una campaña y que
llegado el día de gobernar el deporte pasa a un segundo plano como la
cenicienta.
Esta mañana abro la prensa digital y observo en el
diario público.es el titular: Siete oros,
cuatro platas, seis bronces y 38 diplomas contestan a la decidía de las
autoridades. En el subtítulo: El
deporte español firma su mejor actuación olímpica después de Barcelona 92. Las
grandes bazas no fallaron y se descubrió una hornada de talentos emergentes que
ya miran Tokio 2020. Y todo pese a los recortes de fondos, los exilios y la
falta de apoyo institucional.
La semana anterior visité el alcalde municipal para
que interviniera en la escuela deportiva porque no podemos pagar los casi
quinientos euros que cuesta la matrícula y la mensualidad de la escuela de fútbol. Los semilleros, los sucesores de
Messi y Ronaldo; los que en un futuro podrían ser glorias del deporte ven sus padres avocados a pedirle al señor
alcalde que por favor intervenga. Los elevados costos en las escuelas
deportivas son extremadamente exagerados comparados con otros pueblos donde las
matrículas y pensiones son simbólicas, y en otros la gratuidad.
El deporte como bandera, y a la hora de sacar pecho,
todos. Pero la verdad sea dicha que el día
de incentivar o apoyar un deportista los recursos no aparecen y si se dan son
precarios, o no se pueden dar porque no están en el presupuesto.
“tome para el autobús”.
Leía con atención una nota sobre un deportista que se
acostaba con hambre y se levantaba con hambre porque el dinero que ganaba su
padre en la empresa no alcanzaba para más. Y haciendo un paralelo simétrico de dos mundos
encontrados podría decir que en algunas partes los gobiernos apoyan más que en
otras y que la familia juega un papel
fundamental a la hora de sacar adelante una figura deportiva, o igual me atrevería
decir, un profesional.
La administración municipal se encarga del ornato de
escenarios, mantenimiento y servicios
públicos, de la administración con empleados capacitados, jueces, prensa y publicidad entre otros aditamentos
para que se haga deporte. En otras
partes se concesiona o se entrega todo a asociaciones, fundaciones,
organizaciones no gubernamentales que ejecutan estas tareas a nombre del
estado; el estado descarga esa responsabilidad en entidades privadas que tratan
de ejecutar las disciplinas deportivas como creen que debe ser sin importar si
el deportista desayuna, almuerza o si sus padres pueden pagar las cuotas. Y que
decir si no ha pagado la mensualidad. El niño no podrá jugar el partido de fútbol porque no está a paz y salvo.
El control sobre las posibles figuras no existe,
existe un padre y una madre dispuestos a dar todo para que su retoño toque el
cielo del pódium. Los equipamientos, vestuarios, traslados y viáticos para llevar a un menor a
un entrenamiento salen del bolsillo del
padre, como los encuentros amistosos y los torneos oficiales de cada fin de
semana. Estos presupuestos son escandalosos a la hora de sostener un deportista
de alta competitividad y esto es lo que reclaman los deportistas. Eso por
encima sin tratar los temas de deportistas que se forjan solos; paga arriendo,
no trabajan, no tiene que comer ni ellos ni sus hijos. La mendicidad es constante, y el estado ni se
entera, solo se entera cuando el sonar del silbato da como campeón a un humilde
que se ha forjado como el acero. La prensa le pone en primera plana con su foto
y es cuando el gobernante se acuerda que estuvo en su casa en época de campaña política.
No estoy diciendo que el estado no ponga, el estado sí que pone, pero para
sentir el tricolor y llenar los pulmones
de aire y se ponga la piel como de gallina a la hora de escuchar el
himno nacional, es como para concientizarse que el deporte y los grandes
deportistas hay que hacerles seguimiento, evaluación y control desde su temprana
edad, esa temprana edad que nos toca a todos los padres, esa en la que los
gobernantes miran hacia el infinito.
Por:
Alexander Muñoz
Valencia
Sp/agt. 22/2016
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